Pero esa mañana mientras estaba eclipsado leyendo, escuchando probablemente la más dulce y tierna mazurka de Chopin, contemplando anonadado como acababa la obra con esa caracteristica que la hace tan especial: acabar sin pedal exactamente igual que como comienza. En ese momento exacto fue cuando me di cuenta de todo;
Me di cuenta de que todo cuadraba, todo tenía sentido.
De chico, cuando miraba el cielo alejado de la ciudad y miraba las estrellas y la luna y me preguntaba como era posible que tantas cosas brillaran allí, juntas pero separadas, impasibles pero a la vez misteriosas y cercanas... no encontraba respuesta.
Ahora, aún siendo un profano en todo lo que tiene que ver con la astrofísica en particular y con la astrología en particular, conozco por qué estan ahí y sobre todo, qué les hizo estar donde estan.
Y lo más curioso es que años atrás, en mi niñez, estaba convencido de que si descubría cómo funcionaba aquello y por qué estaba todo ordenado como esta, iba a perder toda la gracia y todo el misterio que rodeaba admirar esa belleza. Pero esa fría mañana, me di cuenta de que no tiene por qué ser así.
Ya lo decía aquel en tan famoso poema: "quien lo probó lo sabe".
Escuchando: Wladyslaw Szpilman - chopin mazurka op17 no4

NOTA: Hoy de manera excepcional, pondré una canción sin que prime la calidad de la grabación, que al parecer, es antigua y por ello no suena del todo bien. Pero posiblemente es la mejor gradación de Wladyslaw y sin ningún genero de dudas es la mejor de la obra que interpreta. Basta con prestar atención y ver como marca los tiempos en una interpretación muy calidad que precisamente no sobresale por una técnica muy depurada, pero si por un sobresaliente sentimiento inefable viniendo de una persona que jamas ha quedado entre los cinco primeros puestos del concurso internacional de piano de Chopin.