sábado, 9 de mayo de 2009

Borracheras, embarazos y marichalares (II)

Aún recuerdo como intentaste manipularme. No solo lo intentaste, sino que lo conseguiste parcialmente muy a mi pesar.


He de admitir que eres mediocre en general y sobresaliente en el tema que nos ocupa. Y eso es interesante y preocupante, a partes iguales.

Recuedo perfectamente como intentaste cambiar mi opinión acerca de muchas personas cercanas bajo astutas mentiras, oscuras artimañas, como no, y bajo falsas promesas que jamas llegaste a cumplir. Y yo sabía que no las cumplirías, pero me deje llevar puesto que era notablemente más fácil.

Error mio.

También recuerdo, muchas tardes -y noches- que pedías mi apoyo incondicional y yo te lo daba ¡tonto de mí! ya que me encontraba confundido, atontado, desubicado, con miedo... pero eso no es excusa, no lo es.

Error mio.


La ocasión más asombrosa, que ahora, a toro pasasdo ralla lo cómico (o lo trágico según se mire), fue una de tus infinitas pruebas de amor. Pero ésta se llevo la palma. Aún sabiendo que no querías estar conmigo, parecía que no te importaba quedar embarazada (mas bien, lo buscabas) y no cesabas en tu empeño.

¿Eso en qué cabeza cabe?


No te equivoques, asumo mi parte de culpa ya que es infinitamente mayor a la tuya. El tonto fui yo por quedarme bajo la lluvia cuando tenía paraguas, y mas aún si esa lluvia era tan fría que era capaz de hacer daño. Daño, que estaba dispuesto a asumir, pero no a cualquier precio.

A cualquier precio no.


Escuchando: Alice Cooper - Poison

miércoles, 6 de mayo de 2009

Borracheras, embarazos y marichalares (I)

Hace no mucho tiempo aprendí a pedir perdón. Y digo aprendí porque a pedir perdón se aprende, no te enseña nadie por más que unos iletrados intenten demostrar lo contrario.

Es de obra pedir perdón así como es de gracia ser perdonado; o eso dicen...


Pero yo he aprendido a pedir perdón, no a perdonar. No perdono, puedo olvidar pero perdonar aún no. Es así.


Todo esto me recuerda a las borracheras. Hay mucho tipos de borracheras, casi tantas como personas y momentos. Hay infinitas variables, infinitas posibilidades, infinitas...


Pero casi todas tienen un factor común determinante, el antes y el después.


El antes, es el momento que sabes que lo inevitable está por llegar. Sabes a ciencia cierta que no puedes escapar, que es mejor aceptar tu destino y abrazarla lo antes posible.

Sabes, además, que no será fácil, quizás halla que luchar y te preparas para ello. Te preparas para ella, te duchas, te vistes, te preparas psicológicamente para ella -buscando excusas para el mañana- y partes rumbo al preciado éxito.
Cual subidon de cafeína sabes cuando esta cerca. La sientes, la tocas, la hueles, la miras a los ojos, confías en ella. Y ella en ti.


Ya nada puedes hacer. Pero... ¿Quién quiere hacer algo en ese momento?


El después es una cosa maravillosa. No alcanzo a comprender como la gente puede llegar a odiar este momento, pues es parte ineludible e inexorable del proceso.

Te das cuenta de lo que has hecho, si es que recuerdas algo, y te llegas a sentir realmente mal. Pero sabes que no has tocado fondo, sabes perfectamente que aún puedes caer más bajo, y que caerás y eso te consuela sobremanera o quizás no.

Evalúas los riegos del enfrentamiento pasado. Objetivos, control de daño, resoluciones alcanzadas, éxitos, fracasos. Incluso hay veces, que necesitas de tus compañeros de lucha para poder reconstruir los hechos acaecidos. Una cosa verdaderamente sorprendente.

Unes las piezas del puzzle de tu memoria, comprendes lo ocurrido y es entonces,sólo entonces, cuando vuelvo a pedir perdón y vuelvo a saber que no sé perdonar.

Escuchando: Scorpions - Wind of Change