He de admitir que eres mediocre en general y sobresaliente en el tema que nos ocupa. Y eso es interesante y preocupante, a partes iguales.
Recuedo perfectamente como intentaste cambiar mi opinión acerca de muchas personas cercanas bajo astutas mentiras, oscuras artimañas, como no, y bajo falsas promesas que jamas llegaste a cumplir. Y yo sabía que no las cumplirías, pero me deje llevar puesto que era notablemente más fácil.
Error mio.
También recuerdo, muchas tardes -y noches- que pedías mi apoyo incondicional y yo te lo daba ¡tonto de mí! ya que me encontraba confundido, atontado, desubicado, con miedo... pero eso no es excusa, no lo es.
Error mio.
La ocasión más asombrosa, que ahora, a toro pasasdo ralla lo cómico (o lo trágico según se mire), fue una de tus infinitas pruebas de amor. Pero ésta se llevo la palma. Aún sabiendo que no querías estar conmigo, parecía que no te importaba quedar embarazada (mas bien, lo buscabas) y no cesabas en tu empeño.
¿Eso en qué cabeza cabe?
No te equivoques, asumo mi parte de culpa ya que es infinitamente mayor a la tuya. El tonto fui yo por quedarme bajo la lluvia cuando tenía paraguas, y mas aún si esa lluvia era tan fría que era capaz de hacer daño. Daño, que estaba dispuesto a asumir, pero no a cualquier precio.
A cualquier precio no.
