sábado, 5 de septiembre de 2009

Borracheras, embarazos y marichalares (III)

Una de las ventajas de escribir a diario, de anotar -casi- todo lo que a uno le va ocurriendo en forma de diario adolescente, es que se puede comprobar y recordar cosas con una calidad asombrosa.

Pero si además se tiene un conocimiento mínimo de cualquier programa gestor de base de datos puedes navegar a una fecha, o a un conjunto de ellas, y comprobar qué paso, cómo y lo que es más importante, por qué.


Siempre me he preguntado, que se sentiría al ser infiel de la misma manera que he pensado miles de veces qué se debe sentir al ser víctima de una infidelidad. Ser infiel lo relaciono a mi juventud momento en el que por unas series de circunstancias me daba igual ocho que ochenta amen de una proporción superpoblada de hormonas lo cual era una mezcla muy inestable como se acabó demostrando. Y así fue como poco a poco se fué pasando esa época tenue e incívica con más o menos éxitos, de experimentación donde todo era novedad y el hambre de conocer lo desconocido aparentemente no tenía fin.

Se puede decir que he sido víctima de -al menos- una infidelidad indirectamente, o al menos eso creo yo. ¿Qué es y cómo se puede ser víctima de una infidelidad indirectamente? Pues básicamente es la situación donde la barrera de la sospecha es soprepasada de forma amplia pero no es tan claro como para pillar -la infidelidad- “in fraganti”.
Estoy plenamente convencido de que me han sido infiel y no sólo de pensamiento, en al menos una vez. Tan plenamennte convencido como sé que mañana saldrá el sol o que estoy escribiendo estas lineas. Así es la vida.

Paralelamente a todo esto, siempre le he dado vueltas a cómo sería participar en una infidelidad donde el perjudicado no fuera yo. Básicamente que el interfecto cuernil no sea yo. Recuerdo con extrema claridad la primera vez que participe en una situación como la anteriormente descrita; La excitación efímera del saber que estas haciendo algo prohibido que a bien seguro sabes que tendrá consecuencias, seguida de un bajón por hacer algo moralmente no aceptado y de esa sensación de vacío que le acompaña. Pero aún así lo he hecho varias veces más, se conoce que prohibir algo es despertar el deseo, pero hasta que no te lo prohiben no te das cuenta de todo el deseo que encierra.

Haciendo memoria -miento- , mirando anotaciones, he descubierto que solamente con una persona he sido fiel al cien por cien. Es sorprendente, ¡¡ Con sólo una !! Y precisamente esa persona no es la que más me ha querido, pero posiblmente es me ha querido “mejor”. Pero no queda ahí, posiblmente es la única persona con la que he compartido un tiempo considerable de mi vida y no me ha echado en cara que no me conozca al cien por cien, ni siquiera ha intentado activamente hacer tal cosa, lo cual he de agradecer mucho. Seguirá siendo especial para mí hasta que se demuestre lo contrario.


Y mirando las anotaciones, dos mil ocho -mal año- uno ve a toro pasado, desde la barrera, los intentos de manipulación tan vulgares que es que hasta me da asco recordarlos. Recuerdo como intentaste confundirme, como tonteabas, como me hablabas al oído, como me besabas, como te abrazabas a mí -y algo más- mientras quedabas y empezabas con otro. Recuerdo, como después de yacer desde hace meses con él, tuviste la poca vergüenza de decir a los cuatro vientos -y a algunas amistades mias- que me querías y que yo era el hombre de tu vida. ¿Creías que no lo sabía?

Siempre que miro al pasado nace en mí la famosísima figura literaria de “el pasado fue mejor” pero hay un lapso de años en el que no se cumple. Gracias a ti. Has puesto el listón muy alto.


Porque muchas veces hablamos de querer, cuantificándolo, pero después de mucho pensar si me dan a elegir a una persona que me quiere mucho pero no me sabe querer y a otra que me quiere menos pero mejor, me quedaría con esta última. Qué duda cabe.


Escuchando: Chase & Status Feat Plan B - Pieces

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