Desde pequeño he practicado deporte. Recuerdo con cierta dulzura y no sin amargura, aquellos tiempos en los que me obligaban a jugar a una serie de deportes infames que odiaba con todo mi ser.
El único que se podía salvar de aquella criba podía ser el fútbol, que alguien se encargo de inculcarme con calzador de pequeñito como a tantos otros…
De aquella manera, odiaba sistemáticamente jugar a cualquier deporte de equipo, siempre y claro no fuera el futbol, siendo éste el menor de los males. De aquella manera experimente forzosamente lo que es jugar en equipo:
-Nadie gana pero todos pierden.
Maldita sea, cuánto daño me ha hecho esa frase la cual llegue a deducir yo mismo. En un deporte en el que compites tú sólo, tú mismo asumes la derrota –toda ella- del mismo modo que tú mismo celebras toda la victoria. Los errores… son propios, no dependes de nadie.
No caes en la frustración de hacer un partido diez y por culpa de un/os compañero/s todo tu esfuerzo no vale para nada…
Hace no mucho tiempo se puede decir que convivo con muchas personas que forman diversos equipos de cierto deporte que no quiero mencionar. Y he descubierto muchísimas cosas fascinantes y otras, nefastas.
He visto que en casi cualquier equipo numeroso, hay grupos. Grupos, claramente diferenciados donde la supuesta amistad que se supone que hay que compartir entre todos (los del equipo, se entiende) es solo una palabra, un formalismo y a veces ni eso.
Donde la envidia, mentiras e incluso traiciones y las medias tintas están a la orden del día. Y son cosas que me sorprenden, hacen que la visión que tenía de “grupo” es totalmente cierta, nada era erróneo. Bueno, hay muchas cosas en las que me equivoque.
He comprobado que hay grupos, sí. Pero dentro de esos grupos hay gente fantástica que se apoyan los unos a los otros. Sitio, donde ciertamente no hay mentiras y si existe la mejor de las envidias, la sana.
No estaba equivocado del todo, dentro de un equipo hay amigos, conocidos e incluso enemigos. Pero sobre todo, hay profesionales –unos más que otros- y es eso, lo que muchas veces se nos olvida.
Y es que son demasiadas cosas que yo no pude, no puedo, ni podre soportar.

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