viernes, 21 de marzo de 2008

Ahora, antes, después y durante.

Una vez tuve un pato, tenía una edad aproximada de unos 7 años. Por aquel entonces, aún tenía la inocencia característica de los jóvenes de aquella edad. Me acuerdo como si fuera ayer cuando lo vi por primera vez, era pequeño, amarillo, débil y lo podía sostener uniendo mis dos manos.

Pasaba mucho tiempo con él, aún recuerdo salir del colegio y de camino a casa pensar en él. Vi como se hacía mayor y he de suponer que él vio lo mismo en mí. Rápidamente le cogi un cariño especial, me pasaba el día jugando con él y luego me recompensaba persiguiéndome por todos los sitios que yo me atrevía a ir.

Es verdaderamente sorprendente lo rápido que puede llegar a crecer un pato, cosa que de no ser por aquella experiencia, desconocería por completo.

Sabía que un día tendría que separarme de él pero yo me resistía a admitirlo. Con el paso inexorable del tiempo, había llegado el momento de despedirme de él. No era fácil, pero era tan necesario como el aire que respiro ahora mismo.

Puede que estuviera preparado o puede que no, aún lo desconozco, pero lo cierto es que me separe de él.

Ya lo dicen por ahí:

“si quieres algo déjalo libre, si vuelve es tuyo sino nunca lo fue”


Y supongo que a día de hoy soy libre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

yo tambien tuve un patito...lastima q lo mataron...aunq me dijeron q se escapo....

Anónimo dijo...

oooooh q pena, pobre... ¬¬

Serio dijo...

Voy a tener que quitar la opción de que se pueda comentar como anónimo xd