domingo, 23 de marzo de 2008

Reflexión de esta semana santa

Después de estos últimos 10 días de vacaciones, merecidos o no, siempre me gusta mirar atrás y ver de qué manera y cómo se han hecho (o no) las cosas.

A mí no me gusta la semana santa. No sé muy bien porque. Puede ser porque no sea de esta tierra cálida, Sevilla o bien puede ser porque aún compartiendo creencias religiosas, espirituales y/o pasionales no me acaba de convencer la aglomeración de gente, la famosa “bulla”. Me agobio con una facilidad pasmosa.

Partiendo de que no me gusta la semana santa y de que al 95% de las personas si, pues hace que la semana santa se convierta en unos días de relax casi impensable.

Ha habido días interesantes pero por el contrario también hubo días de aburrimiento hasta la saciedad. Ha habido días que he disfrutado de la buena compañía como días que he estado completamente sólo, tanto por gusto como por necesidad.

Una buena manera de ver cómo te va a nivel personal/profesional o en cualquiera de los sentido es ver de qué manera te sientes cuando te vas a la cama. ¿Duermes bien? ¿Sueñas con algo en especial? ¿Qué sientes o en qué piensas en ese breve o no tan breve periodo de tiempo hasta que te duermes? Es increíblemente efectivo.

Si bien es cierto que muchas veces cuando se gana, se pierde, de alguna de las maneras. ¿Qué he ganado? Una tranquilidad. Sí, una tranquilidad que no he pedido e incluso no necesitaba.


Desde pequeñito siempre me han dicho, sólo hay una cosa peor que estropear algo, y es estropear algo que no has hecho tu.

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