domingo, 23 de noviembre de 2008

Nunca digas siempre

Llega un momento en el cual hacer comparaciones es necesario, muy necesario. “Las comparaciones son odiosas” dice el refrán… y por supuesto que son odiosas si es que son sinceras…
Haciendo comparaciones es como se pueden cambiar las cosas, tomar elecciones acertadas y sobre todo tener la conciencia tranquila.
He podido comprobar que a la gente no le gusta comparar o al menos no lo hacen con sinceridad, siendo lo uno u lo otro igual de grave tanto por acción o por omisión.

Constantemente estamos comparando, ¿Qué tiempo hace ahora?- Ayer hacía mejor. ¿Compro esta camiseta o la otra?-La otra mejor ¿Me tomo un café con leche o solo? –Con leche.
Automáticamente comparas, aunque no lo haces conscientemente. ¿Qué problema hay en ello?
La cosa se puede complicar o en el peor de los casos, aumentar la diversión exponencialmente aún más cuando comparas personas o situaciones.

Presumir de decir siempre -o la gran mayoría de veces- la verdad no es tener licencia para poder mentir en cualquier momento de tal forma que, como ha quedado demostrado que no se tiene afinidad con la mentira no se va a mentir nunca. No, por ahí no van los tiros.

Y es que uno enseña lo que necesita aprender… y escribe lo que necesita leer.

Escuchando: Shivaree - "Goodnight Moon"

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