lunes, 2 de febrero de 2009

Mercaderes de deseos, habitantes de la nada

Cada día soporto menos salir por ahí de noche ya que sólo extraigo lecturas negativas de la noche.

Cualquier día al azar que salgo, me fijo en lo que ocurre a mi alrededor; la gente se arremolina en manadas, formando bunkers inexpugnables, dando la espalda en cerrados círculos desde los que echar miradas furtivas a otros bastiones de intimidad. Miradas sucias, que siempre van con segundas intenciones.

Lo más triste es sin duda, ver aquel mercado de la carne. Mercado en el que ellos hacen lo imposible para llamar la atención de los presentes, para acaparar toda la atención con el único objetivo de poder impresionar a alguna chica.

Conforme va pasando el tiempo, te das cuenta de los famosos “paseitos” que hacen las chicas. Los paseos de ésta naturaleza tienen un origen desconocido y oscuro y un motivo que sólo he alcanzado a comprender tras años de contacto visual con los mismos.

Normalmente estas expediciones son frecuentadas por dos o tres chicas como máximo. Es importante llevar poca ropa y tener muchas ganas de llamar la atención. El destino es siempre el mismo: NINGUNA PARTE. Cinco minutos deambulando, nada más.Huelga decir que antes de empezar el importantísimo viaje hacia ningún lado, ellas, se tienen que despedir de la manera más exagerada y ruidosa posible para empezar a llamar la atención.

Al otro lado del mercado, siempre están aquellos/as que ya se han emborrachado y se frustran por ello. Pero esa sensación es efímera puesto que comprenden rápidamente que la única manera de amenizar la noche es destrozando el mobiliario urbano.

No hay conversación, no hay diversión. Sólo hay ego. Sólo hay intención de impresionar a la señorita que está junto a ti. Sólo hay intención de presumir de aquello que aún no tienes, pero aún así presumes, para ser más aceptado entre aquellos que se hacen llamar tus amigos.
Es vulgar, sucio y especialmente triste ver todo aquellos egos en conflicto compitiendo.

Otro día desperdiciado –pienso- y es que no hay nada más. No hay nada más.

Escuchando: Arctic Monkeys - Fluorescent Adolescent

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