La historia que envuelve a este señor es fascinante. Cada vez que paso por delante de su estatua, recuerdo su historia.
Básicamente fue caballero de un rey español, primero de Sancho II y posteriormente de de Alfonso VI que fue su sucesor.
Rodrigo fue un caballero leal a su rey, aunque éste al ver que la reputación de Rodrigo aumentaba día a día gracias a sus victoriosas y épicas batallas, comenzaba a ponerse celoso de él.
Era tal los celos y la envidia del rey, que desterró a Rodrigo y a un centenar de sus leales caballeros.
Después de 6 años, el rey le pide ayuda a Rodrigo. Estaba en problema y necesitaba a un guerrero vigoroso como lo era Rodrigo. El rey sabía que si Rodrigo lideraba sus ejércitos, mucha gente le apoyaría. Y así fue. Gracias a Rodrigo, Alfonso VI salió victorioso de aquella batalla.
Pero la fama de Rodrigo era enorme casi igual que su maestría manejando a tizona, su espada.
No se sabe si por su fama, aún mayor, o bien por un malentendido Alfonso VI volvió a desterrar una vez más a Rodrigo.
Se dice que diez años después, recuperó Lérida, Tortosa, Valencia, Denia, Albarracín, y Alpuente que por aquellos tiempos, estaban en poder de los árabes.
Después de este viaje en el tiempo, lo que más me gusta de la historia es recordar a Rodrigo como aquel que fue: Un caballero de honor, fiel a su rey y que además luchaba por la cristiandad.
Todo esto es lo que siento cada vez que paso por la estatua.
Y como curiosidad; Si una estatua de una persona a caballo tiene dos patas en el aire, la persona murió en combate. Si el caballo tiene una de las patas frontales en el aire, la persona murió de heridas recibidas en combate.Si el caballo tiene las cuatro patas en el suelo, la persona murió de causas naturales.
Podemos ver en la foto, como efectivamente, es así.
jueves, 24 de abril de 2008
D. Rodrigo Díaz de Vivar
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