¿Cómo sería el gesto de su rostro cuando me atreviera a sorprenderla? El mismo que el de un ángel sonriendo,iluminado por una luz celestial, cuanto menos.
Sus ojos. Son océanos, son praderas verdes, son atardeceres calurosos, son mil soles detrás de mil lunas iluminando mil tierras virgenes. Son algo jamás visto anteriormente.
Mientras la miraba, el silencio se hacia a mi alrededor, el planeta dejaba de girar, el tiempo se paraba y me faltaba el aire. Tenía miedo de quebrar el silencio y con él, sus primeras palabras y que por mi culpa, no se escuchase esa bella voz lo suficientemente claro.
A partir de ahí, de ese mismo momento, sólo veía el mundo en blanco y negro. Algo cambió.
Y no me llamó, aún espero. Quizás mañana, cuando tenga nuevas lagrimas que derramar por ella o por mí mismo.
1 comentario:
precioso...
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