La gallina de los piquitos de oro

Hace mucho tiempo que choco con la realidad o la realidad conmigo, quizás sea lo mismo… estaba equivocado, lo reconozco. Antes, en mi insensatez creía en las personas, pero no sólo eso, sino que además creía en una serie de valores que a día de hoy pongo en duda una y otra vez.

La dignidad; creo que más que la parcial e injustificada sinceridad, la enfermedad de la sociedad joven, es esa. La falta de dignidad, de amor propio.

Gracias a dios, no suelo ir a discotecas o a las más que famosas “terracitas de verano”. ¿Por qué no voy? Hay muchísimos aspectos que influyen en tal cosa;
El principal, el ambiente. Vaya a donde vaya, al salir del sitio huelo a tabaco, cosa que me desagrada sobremanera. Pero eso no es todo, lo peor para mí es la incomunicación que sufro a causa de la fuerte música.
No me gusta meterme en ningún sitio donde no puedo hablar con nadie, donde relacionarse con el prójimo es misión imposible.Espacio donde el único objetivo es hacerse pasar por alguien simpático y POPular y así, saludar a mucha gente y hacer los demás menesteres típicos de la gente POPular que por supuesto, desconozco, tanto por acción como por omisión.

Hay quien va a una discoteca a conocer a la mujer de sus sueños, a conocer a su futura pareja, a conocer a la madre de sus hijos; ¿Hay algo más triste? Sí, si que lo hay.

¿Te gustaría que la futura madre de tus hijos, hubiera tonteado con 5 tíos en la discoteca antes que contigo? ¿Te gustaría que la futura madre de tus hijos, se hubiera liado con 3 tíos en la misma noche, tú uno de ellos? ¿Te gustaría que la madre de tus hijos, teniendo novio -y que no fueras tú-, saliera con sus amigas y a un chico que no conoce de nada, fuera cariñosa, tonteo, caricias, besos?

Aún a riesgo de que puedan llamarme antiguo, a mí desde luego, no.

Igual es porque yo ya la conozco…


Escuchando: Louis Armstrong - A Kiss To Build A Dream On