jueves, 21 de agosto de 2008

Lo cortés no quita lo valiente

Me siento, el vagón aún esta vacío. Me acomodo, miro por la ventana con algún que otro síntoma de nostalgia. Vuelvo a mirar al interior, observo como todo el vagón permanece vacío menos mi asiento –que ocupo yo- a falta de 5 minutos para salir.

Saco un libro, que trata de un sociopata el cual rige toda su vida con tiradas de dados cosa en la cual me siento plenamente identificado y me dispongo a empezar a leer para intentar que el viaje transcurra con la mayor celeridad posible.

Abre la puerta una joven, entra en el vagón con firmeza. Ella tiene unos 25-30 años, no consigo (ni me atrevo)a hacer una aproximación mejor. Duda dónde sentarse, está confusa; mientras, rezo, IMPLORO al karma a que no se siente cerca de mí.

Sigue dudando, mira los asientos como si su vida dependiera de ello, no sabe lo que hacer y finalmente se sienta en el asiento de mi izquierda.

Es hora de recapitular, vagón vacío, entra, mira, piensa, se sienta a mi lado.

¿Por qué cojones te sientas a mi lado? –pensé- lo hice tantas veces que incluso tenía miedo de que ella se enterase con alguno de sus poderes.

Se sienta, me saluda y le contesto con un frío “buenos días”.

Por su acento, y gracias a mi infinita perspicaz descubro que no es española. No consigo ubicar exactamente de qué país es, Rusia, Ucrania, Kosovo, Hungría tal vez, no lo sé…

Ella, lleva unos vaqueros de marca ajustados –como casi todas las chicas- unas sandalias que pueden ser calificadas como “fashion” que deja entrever unos delgados y esbeltos pies; por arriba lleva puesto una camisa celeste, también de marca, con las mangas remangadas. El pelo oscuro, lo tiene recogido por una elegante cola. Su piel blanca, impoluta, frágil asoma por los finos brazos que porta.

Esta descripción, la obtuve de los pocos segundos que aparte la mirada de mi lectura.

El viaje continuaba, pasaron algunos minutos cuando ese acento del DEMONIO volvió a interrumpir mi CONCENTRADA lectura.

Siendo sincero, no recuerdo que me dijo. Sólo recuerdo como saqué MI DADO de 4 caras, lo lance en la pequeña mesa que disponía, salió un dos y le dije diplomáticamente “no”.

Ella, me miro incrédula durante unos quince seg, así lo pude observar a través del reflejo del cristal. Después de eso, seguí leyendo tranquilamente.

Disfrute de veinte, quizás treinta minutos de lectura cuando vino el revisor a pedir los billetes. Educadamente, le acerqué mi billete y comprobó como efectivamente todo estaba en regla. El revisor hace lo mismo con la señorita de mi izquierda, y se marcha.

Pasaron catorce segundos desde la marcha del revisor cuando el DEMONIO volvió:
-Perdona, ¿Sabes dónde está en servicio?
[silencio]
[silencio]
-Eh…[pausa y sigo leyendo]
[silencio]
[silencio]
Paso de página.
[silencio]
-Perdona, ¿Decías? –dije-
-Que si sabes dónde…
-¿El servicio? –le interrumpí sin apartar la mirada del libro-
-Sí
-Pues… [pausa] Pues…(aparto la mirada del libro)
Supongo que por allí –señalo hacia delante-
-Ah, gracias.

Aprovecho que se va para buscar con suma urgencia el ipod en la mochila. Lo consigo encontrar. Ya he imposibilitado cualquier tipo de comunicación, ÉXITO.
El demonio vuelve, se sienta nuevamente en el mismo sitio.
¿Por qué lo hace? ¿Tendrá ese asiento? Aún teniendo ese asiento, ¿Por qué no se cambia? ¿Ha querido practicar el idioma? ¿Ha sido todo una causalidad? ¿Ha sido todo una montaña de arena de mi anti-socialidad que va en aumento? ¿Será sólo por tocarme los cojones mientras leo?

Creo que ha pillado la idea del ipod, a dios gracias no me volvió a molestar más y así pude tener un viaje cuasi tranquilo.


Escuchando: Oasis - Wonderwall

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