Entre las principales razones se podría decir que la incomodidad más que evidente por la falta de espacio, la cual en muchos casos puede llegar a rozar el hacinamiento, las nulas habilidades conductoras del profesional que se hace llamar conductor -que muchas veces roza la negligencia con sus acciones- o incluso la relación de malos horarios/duración del viaje/precio son las más relevantes.
Pero hoy, he descubierto una razón nueva.
Normalmente si viajas solo, cabe la remota posibilidad de que nadie se siente en tu proximidad. Lo ideal -al menos para mí- es que nadie se siente en el asiento contiguo. Lo prefiero por unas cuestiones básicas: si no hay nadie al lado puedes ir mas cómodo al ocupar parte del asiento colindante además de poder poner alguna pertenencia en mencionado asiento. Pero también vas solo, tranquilo, nadie te molesta. No corres el riesgo de que un enemigo de la ducha y el desodorante se establezca a tu lado.
Después de descubrir que para ir de A a B había que parar en C-D-E-F de manera inexplicable, y descubrir también que en cada parada no sólo se montaba más gente sino que nadie bajaba y así la sensación de hacinamiento aumentaba más si cabe, el conductor en cada parada se bajaba a fumarse un cigarrito con ninguna prisa. He de suponer que el cigarrito era estrictamente necesario para la continuidad del viaje, pero el retraso notorio de más de treinta minutos y mi infinita perspicacia me dice que no, que no eran necesarios tantos cigarritos. ¡Qué le vamos a hacer!
En una de esas infinitas paradas con cigarrito incluido (!Como no¡) se montaron una serie de personas que estime que eran de la misma familia por el griterío que mantenían entre ellas. Cuando se montaron en el autobús y comprobaron que no había sitio para montarse juntos, se dispersaron por todo el autobús buscando algún lugar cómodo para poder instalarse hasta el final del trayecto.
Estaba tranquilamente, intentando disfrutar sin éxito cuando descubrí que una señora de avanzada edad de aquella familia hacía el ademán de instalarse en el asiento de mi derecha. No le di mucha importancia al asunto. La justa.
La señora que presumiblemente era de etnia gitana, avanzada edad y portaba generosos anillos, pulseras y abalorios de oro, parecía muy amable y respetuosa. Poco tardo en disiparse aquella impresión.
Nada mas comenzar el trayecto, empezó a espetar una serie de oraciones de algún tipo de religión que desconozco y me niego a calificar porque con toda seguridad incurriría en algún tipo de delito tipificado en el código penal, con total naturalidad y tranquilidad. He de reconocer que este hecho me sorprendió sobremanera, más aún cuando comprobe el volumen elevado y la intensidad que la señora trataba de imponer a dicha “oración”. Pasados unos tensos minutos para todo el autobús, la señora termino -o al menos se calló- y todo el autobús recuperó la "normalidad".
No pasaron ni de 10 minutos de aquel incidente cuando la señora interrumpió la perfecta tranquilidad que no sé ni cómo había conseguido obtener:
-Perdona niño, ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Eh... si...
-¿Tú que edad tienes?
-Soy bastante más joven que usted, señora.
-Es que mira niño, tengo una hija que aún anda por ahí soltera y no ha encontrado a ningún hombre “apañao”.
-Uhm...
-Es muy buena niña, de verdad, pero no tiene suerte y a mi me gustaría que estuviera con alguien...
-UHMMMM..... (cara de ¿Por qué todo me sucede a mí?)
-A ver niño, me he fijado que tú viajas solo ¿Tienes novia?
-Lo cierto es que ahora...
-¿Ves? Si yo ya sabía que no tenias novia (me interrumpe)
-A ver señora...
-Lo que no entiendo es como un niño como tu no tiene novia. Espera que te voy a enseñar a mi hija... (busca “algo” en el bolso)
-Pero señora.... si es que....
-Mira mira, que guapa es. (vuelve a interrumpirme mostrándome una foto de una niña)
-Pero señora, si su hija parece que tiene no más de 15 años.
-Tiene 13, niño, y aún no la tengo “casá” ni tiene ningún hombre que la quiera.
-A ver señora, me siento muy halagado pero su hija es muy joven para mi...
-¿Muy joven? ¡Si esta en edad de merecer!
-Eh... si bueno, pero es que el problema es que tengo novia.
-Pero si antes me has dicho...
-No señora, no me ha dejado terminar, se lo estaba intentando decir (le interrumpo)
-Bueno niño, pero ¿no te gusta mi niña más?
En ese momento, cerré los puños para contenerme. Para callarme por las 50 veces que me había llamado ya “niño” como si nos conocieramos de toda la vida. Y los cerré con tanta fuerza que sentía que debía parar porque era más que probable que me hiciera daño en las manos.
-Señora, de verdad, tengo novia. Y tengo mucho sueño. Si me disculpa...
-Pero niño es que...
En ese momento me puse los auriculares del IPOD y apoye mi cabeza contra la ventanilla emulando estar dormido. Desconozco si me dijo algo más, o si intento seguir orando o qué demonios hizo, pero la verdad es que gracias a dios, lo desconozco.
Un par de fotos de la señora, respetando su privacidad, por supuesto:



1 comentario:
do con el mal de ojo...
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