Con todo, yo también podía sentir las consecuencias de las faltas, tanto mias como comunes, y no por ello podría remediar ese sentimiento que me invadía -me invade, realmente- de ser la primera vez que busco esa sensación que me sorprende cuando las constantes atacan mi tan golpeada sensibilidad.
O dicho de otra manera, el placer de esperar el agravio de enemigos y no tan enemigos que siempre es dulce e inquietante y no siempre a partes iguales.

No hay comentarios:
Publicar un comentario