Una de las cosas que me gusto de aquel encuentro podría ser comprobar de qué manera he cambiado durante todo este tiempo ya que hace no menos de 8 años que no veía a esa persona. Me sorprendió sobremanera comprobar lo que había cambiado en mí y lo que no, gracias a la amabilidad casi infinita de aquella persona. Pues uno de los rasgos mas sectarios que he comprobado es que casi siempre de manera unísona e involuntaria nos obcecamos ciegamente en que no cambiamos y de forma que roza la sugestión nos convencemos de que el cambio es malo. No siempre debe ser así.
Lo curioso del caso es que no sé por qué nos distanciamos tanto y de tal manera de que aún viviendo con una proximidad asombrosa jamás a dado pie a vernos de modo alguno. Recuerdo las últimas veces que nos vimos -que no la última- y no sé cómo, siempre ha existido una conexión especial entre nosotros. Aunque llamarlo conexión especial también puede llegar a ser peligrosamente atrevido, creo poder llamarlo así sin tener miedo a equivocarme.Una conexión que no ha sido sexual, por razones que huelga explicar y por supuesto me niego a explicar, pero siempre he sentido con esa persona que irracionalmente me escucha y emula verdaderamente bien comprenderme !Casi parece real¡
Y es que escuchar no es sólo abrir la oreja, comprender lo que nos quieren decir y procesarlo con más o menos acierto, no. Eso no es escuchar. Posiblemente de ahí se derivan todos los problemas de aquellas personas que dicen saber diferenciar, pero en el fondo no distinguen oír / escuchar.
Infinidad de personas emulan escucharte cuando solo oyen, y luego exigen ser escuchadas con una firmeza insólita. ¿Dónde está el principio de proporcionalidad? ¿Dónde está el sentido común?
-Ah, yo qué sabía.
-Bueno, qué le vamos a hacer.

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