Una cosa muy abstracta no podría personificarlo de manera alguna ni en nada ni en nadie, y correría el riesgo de ser demasiado incorrecta y perdería mucha gracia pudiendo caer en el olvido. Por el contrario una cosa demasiada personificada perdería seña de identidad alguna y es entonces donde la imaginación no jugaría papel alguno y perdería mucha gracia.
Venga, dime. Inventa algo.

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