De tal modo, me encontraba en una famosa playa de la costa gaditana que curiosamente goza de la más que famosa bandera azul.
La bandera azul no es ni más ni menos que una certificación de una organización europea, que acredita unas condiciones ambientales y naturales, unas instalaciones en la playa, una seguridad mínima, una limpieza de la playa y del agua. Lo que viene siendo una playa de “calidad”.
Anduve paseando por la playa solo, con la única compañía del bajo volumen que tenía conectado el ipod y me encontraba pensando acerca de la dualidad del hombre cuando ví una cosa que me dejó verdaderamente sorprendido. A dios gracias que tenía el móvil a mano y pude hacer un par de fotos.

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Pero… ¿Qué era aquello? ¿Podía ser un tesoro? ¿Se trataba de algo de valor? ¿Era el corazón de una sílfide y virgen ninfa despojado?
La curiosidad me pudo y me acerqué a curiosear…

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Ver aquel mata-insectos que por cierto, no estaba vacío, en la playa me hizo plantearme unas series de cuestiones que aún no he llegado a resolver:
-¿Hay cucarachas, polillas, mosquitos u otros insectos en la playa?
-¿Quién es el hijo de puta que deja algo así en una playa?
-¿Cuánto puede contaminar eso si llega al mar?
-¿Qué efectos puede tener un producto así en la piel-cara-ojos de un chiquillo que hace un castillo de arena y por error, interactúa con el mata-insectos?
-¿Qué hace ahí eso, en una playa de bandera azul?
Por supuesto, cuando me marchaba cogí el objeto y lo deposité en la papelera más cercana antes de proseguir tan maravilloso paseo.
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