viernes, 20 de noviembre de 2009

Un pez y un pajaro pueden enamorarse pero... ¿Dónde van a vivir? (III)

¿Qué significa lo que me sucede?



Quien no sepa por qué vivir, por qué luchar o por qué merece la pena seguir, basta con pensar en los cientos de miles de libros, películas y personas interesantes que se pueden llegar a disfrutar, ver o conocer.

Si aún fuera poco, que no lo es, imagina la cantidad de lugares que puedes llegar a descubrir desde el más cercano al más lejano, en compañía o sin ella.
Muchas veces la compañía lo es todo. Muchas veces, lo importante no es el 'dónde' sino el 'quíen'.

Me sentí atraído ante esa posibilidad, ante la posibilidad de lo nuevo, de la novedad, por medio de un cúmulo de razones que aún no sé si son equivocadas o no. Y no importa. Me mentiría a mí mismo en un ejercicio de autosugestión si dijera que sigue siendo tan relevante como lo pudo ser el primer día, pues es imposible.

Y así es como el pasado tiene la fea costumbre de sorprenderte cuando menos te lo esperas, o al menos, cuando no tienes ganas de ser sorprendido. Pero así son y así han sido siempre las elecciones binarias; blanco o negro, sí o no, con o sin, derecha o izquierda, arriba o abajo.

El problema de querer algo es el miedo a no poder conseguirlo y en el peor de los casos, el miedo a perderlo. Lo cual hace que mi deseo por soñar, por imaginar, por poder sentir 'aquello', aumente exponencialmente. Cuanto más lo pienso, más lo quiero. Cuanto más lo quiero más se aleja. Cuanto más se aleja más sueño con ello. Cuanto más sueño con ello, más pienso.

Y es más bonito soñar que fue cierto, porque así fue.


Escuchando: Jhon Lennon - Stand by me (Playing For Change edition)

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